Arquitectura espiritual, minimizar el impacto ambiental y un diseño contemporáneo son las pautas con las que este proyecto, ubicado en Ojochal de Osa, desafía a un grupo de jóvenes arquitectos liderados por Rodrigo Carazo.
El proyecto (KGN) parte del pedido específico de tres médicos hindúes radicados en Estados Unidos quienes se enamoraron de la exuberancia tropical de la península de Osa. El objetivo era claro: un diseño contemporáneo aplicando el vaastu, antigua ciencia de armonía habitacional, más antigua que el feng shui y orientada más a la arquitectura que al espacio interno.
Vaastu
Entre algunos de los requerimientos del vaastu se encontraba la orientación de la fachada hacia el este, la recolección de todas las aguas con salida hacia el oeste, lo que condicionaba el diseño de los techos y todos los desagües. Los cuartos tienen que estar más arriba que el área social y el cuarto principal debe estar en la esquina suroeste de la casa. Además, cada cuarto va en disminución de 25 centímetros del más grande al más pequeño.
Otra de las especificaciones fue un área social generosa, con cocina amplia y una isla de trabajo para que la familia pudiera preparar cómodamente sus platillos tradicionales, aspecto fundamental en su cultura.
La luz es también un tema primordial, de día alimentada naturalmente y de noche con luz indirecta, lo que permite una uniformidad en los espacios, en los cuales predomina el blanco y el negro que contrasta con los verdes de su exterior.
Uno de los acentos importantes de la residencia es una gran terraza deck de 70 metros cuadrados que se impone al frente de la casa con vistas al delta del Térraba a su izquierda, y a su derecha una impresionante muralla verde de más de 600 metros que se alza de la fila brunqueña.
Arquitectura responsable
Entre las directrices más importantes que se tomaron a la hora de concebir el proyecto está el minimizar el impacto ambiental, tanto en su construcción como en el funcionamiento de la obra misma.
Respondiendo a lo anterior, su forma es alargada, pues permite adaptarse al terreno y remover la mínima cantidad de tierra. También gracias a los techos invertidos, los aleros sobresalen por toda la casa, algunos con más de cuatro metros, brindando sombra y protegiendo de la lluvia todo el día.
Con los materiales igualmente se trató de que fueran en su mayoría nacionales, o que las maderas fueran certificadas, y los importados que fueran lo más amigables con el medio ambiente, como pisos de bambú o plantas ornamentales traídas desde India como el ilán-ilán.
La forma angosta de la casa igualmente permite que todas las habitaciones estén una al lado de la otra y nunca detrás, por lo que toda la residencia tiene privilegiadas vistas hacia la península e iluminación natural hasta muy entrada la tarde. Cada lugar que se recorra en esta vivienda funciona con espacios meditativos, gracias a las vistas de la naturaleza, que fueron muy bien aprovechadas en el diseño. Los recorridos son fluidos, lo contemporáneo y lo natural dialogan entre sí, y en algunos casos hay sensaciones casi de levitar entre la selva y el mar.
Otra característica que se debe destacar es, sin duda alguna, el camino que lleva a la casa, el cual es atravesado por varios ríos y que va mostrando la arquitectura desde muchos puntos de vista conforme se avanza.
Este proyecto fue uno de los primeros que el arquitecto Carazo llevó a cabo. La propuesta, además, por su difícil acceso, puso a prueba constantemente a todo el equipo; al final, lo que quedan son anécdotas y el placer de haber logrado el objetivo de manera satisfactoria, no solo por el proyecto en sí, sino por la emoción de los clientes cada vez que regresan a su pequeño paraíso.
Ficha Técnica |
Área piso: 400 metros cuadrados. Área de cubierta:@ 630 metros cuadrados |
El arquitecto |
Nació en San José en 1977 |
*Adaptación para Revistasucasa.com, el artículo completo se encuentra en la revista impresa.
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